Caleta Buena

POR ROBERTO J. HERNANDEZ (ACN)

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“Bienvenida al paraíso”, dice en español con acento latino el turista extranjero a su compañera, mientras él disfruta verla entrar en el agua azul turquesa que acaricia las orillas de la Caleta Buena, uno de los rincones más seductores de la Ciénaga de Zapata.

En el rostro de ella la felicidad late como un segundo corazón y entre ambos parece completarse la certeza de que valió la pena el montón de horas, billetes y millas de vuelo que gastaron para llegar hasta aquí.

Entre peces mansos en un mar transparente, cocoteros despeinados por la brisa, gatos perezosos, matas de uva caleta y pájaros ladrones de papas fritas, fluyen en cámara lenta los minutos en Caleta Buena, salpicada de vacacionistas dorándose la piel al sol y tumbados sobre el “diente de perro”, como lagartos adictos a los selfies.

No hay foto que le haga justicia y eso que las hay muchas y muy buenas. Una franja de arena fina al amparo de los arrecifes parece invitar a tomar las cosas con toda calma. ¡Que el mundo espere!

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Y a cualquiera se le van los ojos en dirección a la joya de la corona: una piscina natural donde los peces tropicales nadan entre nubes… o al menos así parece en el primer vistazo a aquel reducto verdeazul de agua salobre y translúcida donde los duendes con escamas cautivan al visitante y comen de su mano.

A quien se sabe poco diestro en el agua solo le queda aguantar el pinchazo de envidia al mirar a aquellos que se sumergen en el mar para hacer snorkel o bucear entre jardines de corales, cangrejos, esponjas y otras criaturas de todos los colores posibles.

Al fin y al cabo no todos los días se da uno el lujo de saborear a tope la naturaleza de un paraje tan prístino como lo es la Ciénaga de Zapata, en el sur de la cubana provincia de Matanzas, con sus credenciales de Parque Nacional, Área Protegida, Reserva de la Biosfera y sitio Ramsar. Esta es tierra pantanosa y hogar de jejenes, mosquitos, cotorras, cangrejos y cocodrilos, donde aún se adivinan las largas sombras de mercenarios yanquis derrotados.

Unos vienen en busca de la paz o el calor que tanto necesitan, otros tienen unas ganas feroces de tomarse un trago frente al mar para olvidarlo momentáneamente todo, algunos están para convencerse de que es real tamaño alarde de belleza…, ninguno se va decepcionado.

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