POR OSVALDO MANUEL ÁLVAREZ TORRES, MÁSTER EN FILOSOFÍA DEL DERECHO Y PROFESOR PRINCIPAL EN LA UNIVERSIDAD DE MATANZAS

Foto: Gabriel Torres Rodríguez
Ese es el resultado de un paradigmático proceso constituyente en que cada cubano, miembro de una asamblea de más de 8 000 000 de personas que desde las aulas, centros de trabajo, lugares de residencia, fueron construyendo a diario por tres meses, como constituyentistas, la carta magna de todos, la norma superior de consenso que se llevará a referendo popular el próximo 24 de febrero.
Del debate, de la pujanza de las mayorías, de no desconocer jamás la voz del
pueblo, ha nacido la norma suprema por la que nos regiremos. En sus 229 artículos está la voluntad de seguir unidos, soñando la Patria y la Revolución que queremos y que estamos convencidos de que, como texto constitucional consensuado, vivirá por muchas generaciones de cubanos.
Mostramos al mundo un Estado Socialista de Derecho, de nuevo tipo, que no es
Estado de Derecho ni Estado social de Derecho, conceptos en los que prima el
formalismo burgués y no la realidad. Un Estado primero de justicia social, donde
se defiende una democracia participativa pero signada por el protagonismo ciudadano, de participación popular activa a través de sus opiniones y donde se enaltecen los principios de dignidad, libertad, inclusión, equidad, solidaridad, humanismo, bienestar y prosperidad colectivos e individuales, elevados todos al rango del supravalor de la dignidad humana.
Hemos construido una Constitución única porque se parte de su jerarquía suprema de norma constitucional, que manda a través de su texto a que se cumplan real y efectivamente la ley y las demás disposiciones jurídicas. Se constata una imbricación entre la Constitución como elemento transformador de la sociedad y el Estado y el Partido como fuerza política superior de ambos.
Nuestro pueblo constituyente ha definido el matrimonio como ‘una institución
social y jurídica…una de las formas de organización de las familias’, fundado en el
libre consentimiento y en la igualdad de derechos, obligaciones y capacidad legal
de los cónyuges y coloca como elemento novedoso las uniones de hecho, sin atarlas
a género alguno.
Por vez primera en la historia de Cuba, no realizado en otro país del mundo, se
llevará en el plazo de dos años a consulta popular, para luego efectuar su aprobación
en referéndum, un nuevo Código de Familia, por lo que la disposición transitoria decimoprimera del texto aprobado ahora por la Asamblea Nacional así lo establece.
No caben dudas: como arquetipos de un pueblo dueño de sí mismo, hemos edificado una Constitución de la República moderna, técnicamente viable, inclusiva, que va a reflejar con su aprobación nominal unánime por los diputados del pueblo, a la
Cuba de hoy.