Tenemos Constitución, ¿y ahora?

POR ADRIALIS ROSARIO ZAPATA

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Tras la proclamación este miércoles, en la Sesión Extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, de la nueva Constitución de la República de Cuba ratificada en Referendo Constitucional, el 24 de febrero del presente año, esta redacción conversó con Osvaldo M. Álvarez Torres, profesor universitario y vicepresidente de la filial matancera de la Unión de Juristas de Cuba.

—¿Cuál es el significado del acto sucedido este 10 de abril?

—Lo que aconteció este 10 de abril, en el aniversario 150 de la Constitución de Guáimaro, primera de la República en Armas, fue la proclamación de la nueva Carta Magna, acto que marca un devenir histórico y un enlace entre ambas.

«De esta forma, se le hace saber al mundo que Cuba tiene una nueva ley de leyes y está en vigor, a la vez que establece desde el marco legal un nuevo tipo de estado, el estado socialista de derecho, inclusivo, solidario, humanista, un estado como lo definió nuestro Héroe Nacional, con todos y para el bien de todos.

«Constituye, además, desde el punto de vista político, una norma suprema formadora y transformadora de la vida política y social como uno de sus elementos cardinales, porque por encima de ella no hay nada ni nadie».

—¿En qué consistirán los próximos pasos?

—Desde antes se trabaja en distintos proyectos de leyes de desarrollo como mandato de esta Constitución, pues se trata de una norma general que necesita de disposiciones legales para su cumplimiento.

«Actualmente se debaten en la Asamblea Nacional dos, un proyecto con los símbolos patrios y uno de pesca, en tanto, una comisión creada para este fin avanza en una ley muy importante para todos los cubanos, el código de familia, o mejor dicho, de las familias, para incluir a todas las variantes, una legislación que por su importancia será llevada a consulta popular, para luego aprobarse por el voto de la población en referendo en un acto inédito en este hemisferio, Europa, Asia o África.

«Sin embargo, no todas las leyes pueden ir a referendo popular por una cuestión práctica, por lo que su aprobación, salvo algunas tan importantes como esta última, será en la Asamblea Nacional, donde existe la posibilidad de mandar opiniones a través del portal del parlamento cubano».

—¿Qué ocurre entonces con las leyes vigentes?

—En la medida en que se elaboren e implementen las normas complementarias en los periodos esclarecidos por la misma Constitución, estas establecerán qué leyes anteriores se mantienen y cuáles se abrogan.

«El tiempo máximo pautado es de dos años, aunque algunas como la electoral y otras, pronto estarán en el debate de los diputados».

—¿Dónde radican los principales cambios?

—El primero es que definimos un estado socialista de derecho, inclusivo, participativo, protagónico, amparado por una Constitución que apunta a un gran cambio.

«Otra novedad constituye el concepto de juridicidad constitucional, del artículo 7, que obliga al cumplimiento estricto de la norma y que impida que se viole por los distintos mecanismos que da la propia Constitución para su vigilancia.

«El derecho de los trabajadores a controlar e intervenir en los problemas económicos y empresariales, así como los distintos tipos de propiedad figuran entre los aportes, junto a la defensa desde el inicio del proceso penal, a la espera de la ley procesal penal que defina cuándo es ese comienzo.

«También vitales resultan la garantía jurisdiccional que implica acudir a un tribunal mediante un proceso expedito y rápido, u otras vías alternativas, para reclamar una violación de los derechos constitucionales, así como el altísimo grado de autonomía que se le da a los órganos locales del Poder Popular en los municipios.

«Además, maneja dos vocablos muy importantes, el principio de protección que se ve en casi todos los artículos, y el garantismo que da la Constitución a los derechos de los ciudadanos, a ese valor supremo que incorporó el pueblo y el más trascendental de los derechos: la dignidad humana».

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—¿Cuáles son los principales desafíos?

—Para los cubanos su principal reto es conocer cada artículo para respetarlo y cumplirlo, en tanto, los juristas tienen el desafío de formar la cultura jurídica ciudadana, que no está al mismo nivel que la conciencia política; no solo explicar la norma, más bien aterrizarla en la vida diaria, sin tecnicismos y en un lenguaje accesible.

«Hoy contamos con un texto superior a todos los que existen actualmente en América Latina por la protección que brinda, arraigada en nuestra historia como un país del sur político no solo desde el punto de vista geográfico, y la respaldan principios protectores, valores de dignidad humana, de derechos humanos y el garantismo judicial.

«Con tal privilegio solo nos debe preocupar el cumplir con lo que está puesto ahí, pues si no se convierte la Constitución en letra muerta y eso no va a pasar en Cuba».

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