POR ANET MARTÍNEZ SUÁREZ
Ver unos frijoles germinando dentro de un algodón, ir de excursión al zoológico o al campo, leer un buen libro sobre los animales prehistóricos, probar el poder del sol con una lupa: hay momentos de nuestra infancia, donde aprendimos a querer a la Madre Tierra, que permanecen en la memoria a pesar de los años.
Cada 22 de abril en diversas regiones se celebra la vida de ese inmenso globo que nos acoge, y a su vez la nuestra. La promesa es crear conciencia para protegerlo de las acciones humanas, que pueden provocar que desaparezcan poblaciones de plantas y especies de la fauna, como ya ha sucedido.
Según el sitio oficial de la Organización de las Naciones Unidas, la contaminación medioambiental, sobre todo del recurso agua, las guerras y conflictos, la deforestación y el vertimiento de petróleo constituyen algunos de los daños más significativos relacionados con el hombre.
Como la conciencia común sobre los problemas de la contaminación y la conservación de la biodiversidad, no se despierta solo en un día, en la ciudad de Matanzas se enseña a amar la naturaleza con diversas iniciativas, sobre todo desde edades tempranas.
El Carnaval Madre Tierra, protagonizado por adolescentes; las obras teatrales infantiles interpretadas en la calle y algunos locales como la Sala en 3D de exposición del patrimonio natural cubano, invitan a conocer mejor la naturaleza e identificarse con sus ecosistemas, que nos dan la vida.
La frase considerada como el primer manifiesto ecologista de la historia, pronunciada por el jefe indio Siux Sealth lo resume todo: La tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra. Por eso Girón aprovecha la festividad para proponer en grupo de hábitos positivos a inculcar en los más pequeños de casa en lo que se refiere a la naturaleza:
– No ensuciar ni contaminar los ríos, lagos, embalses, campos,… No arrojar basura al suelo.
– Utilizar el agua con moderación, tanto a la hora de baño o de lavar las manos.
– No hacer daño a los árboles, ni a los animales. Es necesario respetar el bien común.
– Debemos enseñar a los niños la importancia de reciclar y reutilizar lo que ya no nos sirve, en lugar de desechar. Los niños con su creatividad pueden transformar un simple envase de algún producto en un juguete.
– Tener respeto y contacto con la naturaleza, realizar experimentos para conocer sus cualidades.
– Plantar, sembrar, irrigar y cuidar de la tierra.
– Visitar zoológicos, granjas y jardines botánicos.
– Ver, siempre que sea posible videos sobre la vida en los mares y montañas. Es imprescindible que los niños aprendan, de forma natural y divertida, el valor que tienen elementos indispensables como el agua, la tierra y el aire.