POR ADRIALIS ROSARIO ZAPATA

El estado de los edificios depende del cuidado que se les proporcione
Para muchos de nuestros padres hablar de becas y residencias escolares trae recuerdos agridulces, de naranjas y amores; mas, la mayoría coincide en que esa fue la mejor etapa de sus vidas, motivo por el que muchos jóvenes esperan con gran expectativa vivir en una residencia universitaria.
Pero, junto a las ansias de conquistar y sentirse como “adultos”, hay quienes se preocupan por las condiciones en las que tendrán que pasar los próximos años, por sus compañeros, estudios y las fiestas.
BECAS Y BECADOS
La Universidad de Matanzas, con su amplio espectro de carreras, constituye un destino importante para quienes continúan estudios superiores, especialmente en su sede Camilo Cien fuegos.
«En nuestra residencia se quedan aquellos estudiantes que por motivos de lejanía geográfica no pueden trasladarse a diario a sus hogares o les resulta muy gravoso, así como otros con una situación delicada, ya sea de forma puntual o alargada en el tiempo, que precisan de este espacio.
«Aquí se les asegura alojamiento y alimentación, así como, dentro de las posibilidades, algunos enseres para su estancia como son literas, colchones, taquillas si se necesitan; y sábanas y toallas, amén de que se puedan traer de la casa», explica Laura López Rodríguez, encargada en funciones de la residencia estudiantil.
Según detalla, los alumnos se suelen organizar por género, carrera y año, para que coincidan en cuanto a intereses y horarios, y se puedan ayudar entre ellos mismos, aunque a algunos, el estar lejos de los padres, los descoloca un poco.
«Ellos vienen como desaforados por hacer lo que quieran, ya que a veces es su primera vez becados y están acostumbrados a que en la casa se lo hagan todo, pero a pesar de lo que se pudiera pensar, la inmensa mayoría es muy respetuosa con nosotras y agradecen que los cuidemos, aunque en ocasiones hay que llamarles la atención por los regueros o el cocinar dentro de los cuartos», comenta de pasada una de las “tías” del edificio, mientras va a visitar a un estudiante enfermo.
«No es su responsabilidad, pero todas ellas lo hacen», advierte en tono bajo la enfermera del hospitalito.

«A pesar de las malas condiciones nos gusta estar aquí», dicen desde el edificio C
Desde la parte de los becados, los criterios aportan otros elementos.
«Aquí es donde mejor estoy, hay veces que no quiero irme para la casa, pues tengo libertad para moverme según mi propio horario, estudiar o salir de fiesta, según entienda. Yo soy la responsable de mí misma y eso preocupa, pero me gusta», afirma Yuriana Hernández, de Ingeniería Química.
«Somos nosotros mismos quienes tomamos las decisiones a través del Consejo de Residencia Estudiantil ante cualquier situación o disputa, y quienes lo resolvemos hablando, proponiendo actividades, encuentros de fútbol, chequeos de emulación y cuantas cosas se nos ocurran. La verdad es que, aunque las condiciones no son las mejores, nos sentimos bien», asevera por su parte Larry Olson, jefe de los estudiantes becados del edificio E y miembro del Consejo de Residencia.
«Aquí se forman familias casi tan fuertes como las de sangre, porque son los amigos que elegimos y nos acompañan toda la vida, porque uno nunca olvida al que duerme en la litera de al lado, al que te prestó la pasta de dientes o hasta un par de zapatos cuando te hizo falta», dice divertido Roberto González, de Ingeniería Mecánica, mientras a lo lejos le gritan entre risas que cuándo se va a graduar.
¿DE TODOS?
Precisamente, en las condiciones en las que habitan algunos de los estudiantes radican las principales inconformidades, pues elementos como los mantenimientos constructivos, o su falta, el agua o la seguridad, impiden el pleno disfrute de esta etapa.
Al respecto argumenta Dany Ortiz, director general de Mantenimiento, que «tras muchos años sin realizar las reparaciones apropiadas, solo pequeñas intervenciones por la coyuntura, hoy los edificios D y E son los de mejores condiciones, el primero recientemente reparado en sus cuartos y estructura sanitaria, y el segundo donde se ejecutan acciones de enchapado, remozamiento y pintura de las paredes y otros detalles».

El mantenimiento a los baños constituye una necesidad
Desde aquí, algunos de sus residentes reconocen que también ayuda al ambiente mantener el orden y la limpieza, así como cumplir con las obligaciones de cuartelería y guardia estudiantil en aras de garantizar su propia seguridad ante las vacantes existentes en el personal en las plazas de carpetero y otras necesarias para mantener el control de visitas a los locales.
«Una situación diferente muestra el edificio B, en el que se acomete una restauración casi capital para resolver las deudas constructivas, con un nuevo diseño que aspiramos a establecer, en un futuro, en toda la residencia, donde cada cuarto cuenta con su propio baño, resolviendo algunas de las principales problemáticas que en la actualidad tenemos. Este es un trabajo que tomará tiempo, pues es nuestro deseo que se haga bien y con la calidad que se merecen los estudiantes.
«En el edificio C se acumulan las mayores dificultades, no solo por años de uso sin las reparaciones pertinentes, sino también por la aglomeración de estudiantes ante las obras constructivas existentes en los otros locales, a pesar de que la universidad solo tiene cubierta poco más de la mitad de su capacidad. En él también se prevé intervenir una vez que terminen las otras construcciones que darán cabida a los que hoy lo ocupan», continúa Ortiz.
«Una de las cosas que más nos afecta son los baños, donde solo hay agua en algunos momentos y se filtran desde pisos superiores, además de la basura y otras cuestiones de higiene, aunque he visto que esto no sucede así en otros edificios, los cuales muestran un estado constructivo mejor», añade Noel Eduardo Mesa Figueroa, de Mecánica, a la vez que muestra algunas goteras de este edificio.
Sin embargo, existen quienes toman el deterioro como carta blanca para hacer y deshacer a su antojo, molestando a sus mismos compañeros.
«No es la generalidad, pero hay quienes no respetan las más mínimas normas de convivencia como botar la basura en los cestos, mantener el cuarto ordenado, o respetar el espacio ajeno, aunque vivan juntos como quien dice.
«A veces ni nosotros mismos cuidamos lo poco que tenemos, pues como lo vemos sucio y roto pensamos: ‘qué importa un poco más’, y no nos damos cuenta de que estamos empeorando el propio espacio donde vivimos y residimos», considera Carlos Adrián Santiago, también de Mecánica.
DEUDAS Y PLANES
A pesar de esta situación hoy la sede universitaria vive un movimiento de cambio que va más allá de la parte constructiva.
«Para los becados existen numerosas actividades culturales que no solo incluyen opciones más asequibles de recreación en centros de alta demanda, sino también exposiciones, lanzamientos de libros, días de la carrera, actuaciones de grupos de primera y la visita de personalidades», asegura por su parte la doctora Leticia Fuentes Alfonso, vicerrectora que atiende la formación de pregrado y la residencia estudiantil.
«Sabemos que persisten aún muchas deudas con el estudiante, como lograr recomponer la fuerza laboral que atiende la beca, seguir con los mantenimientos y avanzar en los distintos servicios necesarios para la población universitaria, pero dedicamos todos nuestros esfuerzos para que su periodo aquí sea recordado con cariño», expresó también motivada la rectora de la institución Leyda Finalé de la Cruz.
c… esa mesa está ahí desde que yo estudié 90-95
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