POR GABRIEL TORRES RODRÍGUEZ (TV YUMURI)
Los padres de Ana María quisieron que en un momento de su vida la pequeña niña optara por la danza. Quizás percibieron que gracias a sus condiciones físicas el futuro podría depararle grandes sorpresas por ese camino. No obstante, la pequeña —menuda, de escasa estatura, grácil y muy hermosa— los sorprendió con una decisión insospechada por ellos al escoger el ajedrez.
Ana María Salvato León, flamante campeona nacional de ajedrez en la categoría Sub-12 años, es noticia por estos días en Cuba tras ganar inobjetablemente el Torneo Internacional de Ajedrez Copa Independencia 2019, desarrollado del 12 al 16 de septiembre último en Ciudad de México.
Anita, como la conocen todos en la escuela primaria Martin Klein, en la ciudad-balneario de Varadero, con solo diez años ganó ese torneo de forma sorprendente por delante de más de 150 rivales de todo el continente. “Me sentí muy bien. Jugué para divertirme, como siempre me aconseja mi entrenador”, confesó la niña que, en siete rondas bajo el sistema suizo, alcanzó cuatro victorias y dos tablas.
Son muy conocidos los múltiples beneficios del ajedrez en los niños. Estudios científicos reconocen que este juego despierta en los más chicos la atención, la concentración y la memoria; influye en el poder de análisis, la síntesis y la organización; mientras que incrementa la capacidad de resolución de problemas, la toma de decisiones, la creatividad, la imaginación, y el razonamiento lógico-matemático.
Desde el punto de vista psicológico, este deporte también influye en que los infantes desarrollen el control emocional y se adapten a múltiples e inesperadas situaciones. En ese sentido, los obliga a esforzarse para conseguir lo que se proponen e incrementa su autoestima y confianza. Los incita a tener iniciativas y a alcanzar niveles de empatía que les permitan comprender al oponente durante el juego.

Ana María Salvato León, flamante campeona nacional de ajedrez en la categoría Sub-12 años, junto a sus amigas de la Academia de Ajedrez de la escuela Martin Klein, en Varadero.
“Me gusta mucho jugar. Y todas mis amigas juegan ajedrez. Creo que ya no voy a bailar”, confiesa con una límpida sonrisa mientras asegura que “en la Secundaria seguiré jugando. Quiero ver hasta donde llego”.
Su profesor, el licenciado Raúl Cepero Álvarez, asegura que este ha sido un año increíble para Anita. “Estamos muy orgullosos de su evolución y esperamos que continúe su desarrollo. Por lo pronto, ahora en octubre desarrollaremos nuestra tradicional Copa Nacional Victoria de Girón, en Boca de Camarioca, a la que acudirán niños de todo el país; y en diciembre, una delegación cubana, en la que ya se incluye Anita, participará en el Torneo Internacional Carlos Torre Repeto, en México.
“Estos resultados son el resultado de un gran esfuerzo. En primer lugar de los padres de los niños, quienes lo dan todo porque sus hijos participen en las diferentes competencias. De la dirección de la escuela, que nos ha habilitado un local con condiciones adecuadas para la práctica del ajedrez. Y un grupo de instituciones, entre las que podemos destacar a la cooperativa DECORARTE, quienes nos han ayudado de forma determinante con el vestuario del equipo, con los trofeos de nuestra Copa Victoria de Girón y hasta con el transporte para nuestros niños rumbo a las competiciones”.
Anita no conversa mucho. Tiene ojos profundos y rápidos, que lo analizan todo en un santiamén. Revuelvo fichas delante de ella y me sorprende al instante con movimientos contundentes. “Mi ajedrecista favorito es mi profesor Raúl. El año pasado terminé como la primera del ránking de la escuela y todavía me mantengo ahí”, me dice, desde esa inocencia que enamora, como si ese fuera su más loable triunfo.