POR JORGE WEJEBE COBO (AGENCIA CUBANA DE NOTICIAS)
Transcurría el mes de octubre de 1960, en Guatemala y Nicaragua la brigada mercenaria que invadiría Playa Girón y Playa Larga entraba en su etapa final de preparación, mientras el bloqueo económico, comercial y financiero de EEUU contra Cuba se recrudecía y el día 19 de ese mes la administración del presidente Dwight Eisenhower anunciaba la decisión de suspender todas las exportaciones norteamericanas a la Isla.
El 21 de octubre la Embajada de los Estados Unidos en Cuba envió a la parte cubana una extraña nota, la cual decía que esa sede había recibido informes de que se había pintado la bandera de los Estados Unidos en el fuselaje de aeroplanos en la base aérea de San Antonio de los Baños.
Aclaraba que en ese aeródromo no había aeronaves de su nación y ningún avión estaba autorizado para ostentar la bandera estadounidense.
La nota formó parte de la campaña mediática, previa a la invasión mercenaria, con el fin de fomentar la campaña de una provocación cubana contra EE.UU y sus instalaciones militares en la región para justificar una agresión directa.
Pero fue desarmada la maniobra enemiga con la respuesta del Gobierno Revolucionario, mediante la cual denunció -adelantándose a los acontecimientos de la futura invasión mercenaria-, la intención de Whashington de confundir a la opinión pública mundial “cuando aviones yanquis de verdad ataquen la Isla desde Guatemala o la Florida y se diga que eran aviones cubanos”.
Relacionaba además, la réplica cubana los planes de autoagresión a la Base Naval de Caimanera, tan nítida y claramente denunciados por el entonces Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, Comandante Fidel Castro Ruz.
En este contexto de agresiones económicas y premisa de acciones armadas, Fidel suscribió de acuerdo con las facultades que le concedía la Ley 851 de Defensa de la Economía Nacional, el 24 de octubre la Resolución No. 3 para la nacionalización de 166 empresas de personas o firmas norteamericanas.
Entre ellas figuraban Ten Cents, Sears, el Molino Harinero Burrus, Fundición Mcfarlane, la Firestone, la Goodrich, Canada Dry, Coca Cola, Minimax, el Ekloh, Abbot, Squibb, el Ferrocarril de Hershey y otras.
La Ley 851 fue la respuesta a las primeras acciones del bloqueo como la reducción de la cuota azucarera, a la que el máximo líder cubano respondió: “…en ese intento de irnos quitando la cuota, libra a libra, ¡le iremos quitando central por central! ¡y le iremos quitando, centavo a centavo, hasta la última inversión de norteamericanos en Cuba! y no solo eso, sino que, libra por libra, ¡iremos suspendiendo todas las importaciones norteamericanas en Cuba! que el mundo es ancho y nosotros les compraremos a los que nos compren.”
A 59 años de esta legítima medida apegada al derecho internacional, la actual administración estadounidense persiste en sus planes de reconstruir su sistema de control neocolonial, al esgrimir la Ley Helms Burton, con la cual ilusamente piensa recobrar lo que desde aquel distante e histórico 24 de octubre de 1960 es propiedad del pueblo cubano, que ha sabido defender y mantener las conquistas de la Revolución.