POR LIANET FUNDORA ARMAS
Suena el timbre y los pasos traviesos dejan el aula para correr al parque y romper el silencio cotidiano de los viejos árboles. En pocos minutos, ya no queda espacio alguno para la tristeza, la mañana se ha llenado de pañoletas rojas, azules y miradas brillantes que recorren los bancos, el cielo…
De pronto, la bandera marcha llena de luz y se escuchan las notas del himno, esta vez con más fuerza. Allí, en el poblado de Pedro Betancourt, a más de 60 kilómetros de la ciudad de Matanzas, vive la obra de Fidel.
Príncipes de sueños nuevos se adueñan de los versos del poeta Juan Gelman, para afirmar que “Fidel es un país”. Al ritmo de sus voces, despiertan las ventanas de los hogares cercanos, los vecinos se aproximan y quienes transitan cerca olvidan la prisa cotidiana para escuchar la voz del porvenir.
“La mejor forma de recordar a Fidel es estudiando, siguiendo sus caminos. Cuba nunca lo va a olvidar, él amó mucho a los niños, si no fuera por él, no pudiéramos tener una Patria libre”, me dice el pionero de tercer grado Fabián Díaz González y su espíritu parece elevarse por encima de su corta edad. Mientras, Daniela León Álvarez (sexto grado) confiesa que es un honor para Cuba haber tenido a Fidel entre nosotros y que por eso, hay que ser fiel a sus ideas.

Fabián Díaz González.
Canciones, poemas declamados por los más pequeñitos como Ányela Placeres Santos (preescolar), lecturas que hablan de las conquistas de nuestra tierra: sin niños durmiendo en las calles, ni analfabetos…, se unen a la fiesta que evoca al Comandante en jefe.
Se alzan también la guitarra y el tres y comienza el punto cubano a conquistar aplausos. Los miembros del taller municipal de repentismo infantil: Briannys Ruddy Pumariega y Abdel Iturbides García, acompañados por los instructores de música Jorge Hernández y Adolfo Maqueira, dejan volar la improvisación para cantarle al líder que amó a Cuba y sus más genuinas raíces.
“Fidel Castro sigue vivo/ en el alma del caimán/ sigue siendo un caguairán/ con su traje verde olivo/ su ausencia no la describo/ porque Fidel no está ausente/ él lo que volvió al oriente/ a encontrarse con Martí/para luchar desde allí/ por la paz del continente”.
“Fidel vive en el saludo/ honesto de Cuba entera/ en el himno y la bandera/ en la palma y el escudo/ Fidel es un sol barbudo/ una montaña gigante/ Por eso el pueblo triunfante/ siéndole a la historia fiel, / hoy grita ¡Viva Fidel! / ¡Hasta siempre, Comandante!”
Termina el matutino y otra vez los pasos traviesos emprenden el retorno a la escuela primaria José Antonio Echeverría Bianchi, donde en otro tiempo también estuvieron los míos. Todo vuelve a su ritmo diario, los transeúntes continúan su curso, llega la calma al parque, pero algo diferente se queda allí guardado en el alma, una serenidad que rompe distancias y tiempo porque estamos seguros de que Fidel es futuro y pueblo.