POR LISANDRA PÉREZ COTO

Hace 160 años quedó constituido Cuevitas, hoy Agramonte, Consejo Popular que defiende y sostiene en el tiempo sus tradiciones. Foto: Rey Fagundo
Hace hoy 160 años se trazaron sus calles y el destino de cientos de comerciantes chinos, españoles y esclavos comenzó a fundirse para formar lo que somos hoy. Cuevitas durante cuarenta años, y después Agramonte, como muestra de patriotismo en plena ocupación norteamericana.
No es solo un pueblo de fuertes tradiciones y una historia que habla por sí misma, más que eso, resulta un sitio de gente noble y alegre, un sitio que por suerte tengo el orgullo de llamar mi casa.
Porque no es posible pensarme ni antes ni después sin recordar sus calles, el olor a tierra mojada en los aguaceros o mi niñez, como la de tantos otros, bendecida por el campo, las frutas y la tranquilidad. O quizás porque me inunda la alegría de la gente que te encuentras en los sitios más insospechados y te saluda con la naturalidad de quien reconoce a un amigo, aunque en realidad solo se conozcan “de vista” o hayan cruzado unas pocas palabras.
Agramonte guarda además el orgullo de su historia, del apoyo a las guerras de independencia; de Orestes Arenal, el médico que custodió de la tiranía el busto de Antonio Guiteras; de Enrique Rodríguez Loeches, el combatiente insigne, autor del manifiesto del 13 de marzo; de Lázaro Madan, el primer bateador designado del equipo Cuba; de Humberto Ballesteros, el periodista que dejó su nombre junto a los libros, o de ser la cuna de Mario Travieso, uno de los mejores sopranos de Cuba y el mundo. Y muchos más.
Hoy mientras algunos se marchan dentro o fuera del país, hay muchos soñadores y valientes que aún persisten en sostener la cultura que nos identifica, en intentar burlar una y otra vez el “fatalismo geográfico” o las constantes limitaciones como Consejo Popular.
Por eso en este día en que se cumplen 160 años de altas y bajas, de reencuentros y comienzos, hoy, cuando se me encoge el pecho de tanta nostalgia, no existe mejor homenaje que aplaudir a quienes permanecen anclados física o espiritualmente a ese rincón lleno de recuerdos, al “hueco”, del que muchos se marchan, pero a donde siempre se regresa una y otra vez.
Gracias Lisandra por tan bello escrito que resume el orgullo que sentimos los que nacimos y nos criamos en Cuevitas o Agramonte, a los que amamos esa tierra y damos la vida si es preciso por ella, sentirse orgullosos de nuestras raices y tradiciones nos ha permitido resistir y vencer todos los retos y dificultades un abrazo de este agramontino que te vio crecer orgullosa de tu tierra
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