El dos de diciembre de 1956, en las primeras horas del día, el yate Granma quedaba embarrancado en los mangles de un paraje denominado Las Coloradas, en la costa sur de la antigua provincia de Oriente, mientras sus 82 tripulantes encabezados por Fidel Castro Ruz, se aprestaban a ganar tierra firme entre el fango y una intrincada red de raíces de los árboles.
Mientras en la ciudad de Santiago de Cuba se vivía la osadía de sus jóvenes en combate y la población prestaba apoyo a los protagonistas del levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956, aún el yate Granma se hallaba algo distante de la costa sur de Oriente, debido a la sobrecarga de hombres e implementos, además del mal tiempo que frustró su llegada en la fecha prevista.
Con un refuerzo en el montículo, el lanzador derecho villaclareño Javier Mirabal, la selección de los Cocodrilos de Matanzas propinó la segunda derrota consecutiva a las Avispas de Santiago de Cuba, 6 carreras por 2, en juego de la segunda etapa efectuado en el estadio Victoria de Girón, al que concurrieron alrededor de 6 000 aficionados.
En 1961, muchachos de todo el Archipiélago cubano estaban reunidos en Varadero, Matanzas, en la entonces recién inaugurada Escuela de Mar Andrés González Lines. Algo los caracterizaba a todos: eran hijos o familiares de pescadores cubanos, el sector junto a los campesinos más empobrecido y desatendido del país.
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