Enrique Rodríguez-Loeches: Un héroe desconocido del 13 de Marzo

POR LISANDRA PÉREZ COTO

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Así quedó el auto de José Antonio Echeverría tras su enfrentamiento con la policía de Batista

Mucho se ha escrito acerca del 13 de marzo y los sucesos de ese histórico día, protagonizados por los jóvenes del Directorio Revolucionario, y liderados por José Antonio Echevarría. Sin embargo, es probable que muy pocos conozcan que aquellas enérgicas palabras pronunciadas ante los micrófonos de Radio Reloj, fueron escritas por Enrique Rodríguez-Loeches, un joven oriundo de Agramonte, en Jagüey Grande, que dedicó gran parte de su vida a la lucha clandestina.

enriquerodríguezLA FORJA DE UN LÍDER

Según el archivo de historia local y la Casa de Cultura de ese poblado matancero, que además lleva su nombre, Enrique nació el 17 de enero de 1924 y vivió allí hasta los cinco años. Sin embargo, fueron suficientes para forjar en él un amor irrenunciable, que profesó a su pueblo natal hasta su muerte.

Creció rodeado de los amigos, visitaba frecuentemente los centrales Unión y Santa Rita (hoy René Fraga)  junto a su padre, quien era inspector de los campos de cañas.

«Enrique pasaba aquí todas sus vacaciones, en casa de sus abuelos o de sus tíos. Aquí tuvo además grandes amistades, entre ellas, Orlando Morín Pérez, quien colaboró con la compra y tráfico de armas antes de las acciones del 13 de marzo. Tanto así que fue justamente Enrique quien despidió su dueloÌ, destacó Lilia García, promotora cultural de la Casa de Cultura de Agramonte.

En el plano cultural no olvidó a su pueblo. Hizo llegar a este, el 26 de mayo de 1950, las Misiones Culturales, y trabajó con esmero en la fundación de una biblioteca al triunfo de la Revolución.

La familia se trasladó a Matanzas, donde se instaló definitivamente, y el 8 de mayo de 1939 el joven Enrique participó, en la propia ciudad, en la primera manifestación contra la muerte de Guiteras.

Ingresa a la Universidad en 1941 donde comienza su accionar revolucionario. Se vincula a numerosas organizaciones para enfrentar la corrupción de los gobiernos neocoloniales. Entre  sus principales actividades revolucionarias destaca su participación en 1947 como miembro del ejército de Liberación de América. Se une además en la expedición internacionalista de Cayo Confites, para pelear contra el dictador Trujillo, en Santo Domingo.

Es también en esta etapa de su vida donde comienza a escribir en revistas y periódicos a favor de la lucha de los pueblos oprimidos de América Latina.

Enrique fue de los tantos jóvenes que aguardaron inútilmente las armas que Prío prometió para enfrentar a Batista, sin embargo, luego del Golpe de Estado su accionar clandestino se intensifica en su ansia por devolver a Cuba un gobierno digno. Se gradúa en 1949 como licenciado en Derecho Diplomático y Consular y en 1952 como doctor en Ciencias Sociales y Derecho Público. Comienza a militar en la Triple A, participa en el desfile de antorchas el 28 de enero de 1953.

Miembro fundador del Directorio Revolucionario en 1955, redacta y distribuye propagandas y armas en unión de Faure Chomón, y José Briñas y se destaca como colaborador del Periódico La calle.

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13 DE MARZO

Su participación en esta acción fue fundamental. Enrique no solo participó en las acciones junto a José Antonio Echeverría sino que además lideró el tráfico de armas a través de Orlando Morín Pérez, agramontino amigo de la infancia y colaborador del Directorio Revolucionario.

«A Agramonte envío con Orlando la camisa ensangrentada de José Antonio, para preservarla como recuerdo imperecedero. La madre de Orlando Morín, Dolores Pérez, cumpliendo la orden de su hijo la escondió y luego la lavó por temor a que la descubrieran», comentó Lilia.

Pero tal vez lo más desconocido de su participación en estos hechos sea la autoría de aquel discurso que no se pude terminar de leer y que dejó en suspenso a medio pueblo con la esperanza de la libertad en voz de José Antonio Echevarría.

«La camisa con el facsímil, escrito del puño y la letra de Enrique, se encuentran expuesto en el Museo de la Revolución en La Habana. Hace algunos años, sus hijos me lo contaron y pude comprobarlo cuando visité el museo. Definitivamente es el tono y el estilo de la escritura de Enrique, que desde joven escribía por motivaciones patrióticas para el periódico La Bomba y en muchos otros espacios de la prensa nacional», aseguró la investigadora.

Enrique logra escapar pero continúa vinculado a la revolución. Prepara expediciones fuera de Cuba, desembarca en Camagüey y desarrollan varios combates en apoyo a las fuerzas rebeldes.

En 1958, por órdenes del Movimiento 26 de Julio, viaja a Venezuela y firma en nombre del movimiento revolucionario el Pacto de Caracas que después suscribe Fidel y al triunfo de la revolución ocupó varios cargos diplomáticos como embajador de Marruecos.

En 1970 regresa a Cuba al sufrir un primer infarto cardíaco y comienza a trabajar en el Instituto de Ciencias Sociales.

Su libro Bajando del Escambray fue premio de la UNEAC en 1975 y fue honrado con la medalla XX Aniversario del Moncada. Murió en La Habana el 17 de noviembre de 1978.

«Su familia venía todos los años al desfile por su natalicio. Aquí se le recuerda con inmenso cariño porque nunca se olvidó de su pueblo y trabajó muchísimo por la superación cultural de este lugar. Cualquier homenaje es poco en comparación con lo que hizo por nosotros, por la Revolución», agregó Lilia.

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