Ciclón del 33, tragedia anclada en la memoria de Cárdenas (+ Fotos)

POR ANET MARTÍNEZ SUÁREZ

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La ciudad de Cárdenas, ubicada en la provincia de Matanzas, ha sido azotada a lo largo de la historia por múltiples eventos meteorológicos. El 1 de septiembre de 1933 pasó por ese territorio el famoso ciclón del 33, considerado por los propios cardenenses y los estudiosos del tema como uno de los más destructivos hasta la fecha.

Para mi abuela no valía aquel refrán de A mal tiempo, buena cara, cuando se acercaba una tormenta. En medio de cualquier tempestad, desde la más leve hasta la más severa, se le ponía literalmente la piel de gallina y se mantenía bien tranquila en algún lugar de la casa, mientras suplicaba a los cuatro vientos que el mar tuviera piedad de los suyos y desaparecieran de una vez los relámpagos, la persistente lluvia…

Ese enorme respeto hacia las inclemencias del tiempo llegó a su vida con el famoso Ciclón del 33. A pesar de los años, Pastorita hablaba con total lucidez de lo que aconteció aquella madrugada del mes de septiembre en el pueblito rural dónde vivía llamado Domingo Méndez Capote (Lagunillas), del municipio de Cárdenas.

Contaba que en esa época era tardía la información meteorológica y el padre de la familia supo de la tormenta el último día de agosto. Durante esa jornada marchó como de costumbre a la costa en busca de la vegetación necesaria para hacer carbón y al llegar encontró inundada la zona, entonces probó el agua y descubrió que era salada. Ante el asombro regresó a casa y todos se refugiaron en un antiguo barracón, única obra capaz de soportar lo que se avecinaba.

Solo unas horas duró el azote de los vientos huracanados y, en especial, del mar, pero fueron suficientes fuerzas para devastar a una ciudad próspera como Cárdenas, con grandes industrias y edificaciones de familias acomodadas, además de arrasar con cada uno de los árboles y bohíos del campo.

Abuela narraba la experiencia y se sorprendía por haber sobrevivido al meteoro que provocó tantas pérdidas de vidas humanas y daños materiales, e incluso arrastró tierra adentro una pesada boya de dos toneladas, la cual se conserva hoy en el parque Colón como prueba del verdadero poder de la naturaleza.

No por gusto las historias en torno al ciclón de Sagua y Cárdenas, como también se le conoce por la inmensidad de los destrozos en ambos lugares, se transmiten de generación en generación. A 86 años de su paso por Matanzas, esta redacción ofrece nuevos detalles del trágico suceso.

CUANDO EL MAR GOLPEA

El huracán del 33 cruzó por la costa norte del centro y el occidente de la Isla, por lo que azotó a las actuales provincias de Villa Clara, Matanzas, Mayabeque y La Habana. Según estimaciones es posible que el sistema llegara procedente de Bahamas, con categoría 3 en la escala Saffir-Simpson y cerca del límite con la categoría 4.

El meteorólogo cardenense Henry Delgado Manzor, estudioso del tema, explica a Girón que el huracán invadió de cinco a diez millas tierra adentro y aunque se observó la calma de su centro en varios lugares, una gran parte se mantuvo sobre el mar.

A lo largo de su trayectoria ocasionó una cadena de inundaciones costeras, pero las mayores catástrofes ocurrieron sin lugar a dudas en las localidades de Sagua la Grande y Cárdenas.

En el caso específico de la Ciudad Bandera, el experto asegura que sobre las tres de la madrugada comenzaron a sentirse las primeras ráfagas. Las aguas al penetrar hacia el pueblo arrancaron de su base los muelles del litoral y alcanzaron una altura en algunos puntos por encima de los 2 metros.

Embarcaciones de todo tipo llegaron por su propio peso hacia otros espacios bien distantes de la bahía. Las fotos de la época no dejan mentir, muestran barcos y veleros navegando por las calles y el vapor Humanistas, anclado en la bahía con 14000 sacos de azúcar justo en las paralelas del ferrocarril.

Delgado Manzor afirma que las investigaciones realizadas recientemente demuestran que lo ocurrido sobre la costa norte cardenense fue una “marea de tormenta” o “surgencia”, fenómeno que consiste en la abrupta elevación del nivel del mar, producida en el litoral cuando el huracán penetra en tierra.

“Generalmente se emplea el término erróneo Ras de Mar, cuando en realidad la marea astronómica unida a la surgencia implican un desplazamiento de las masas de agua de niveles profundos hacia la superficie, y por tanto, se produce un notable ascenso. Este es uno de los factores más peligros de los ciclones tropicales, constituye la mayor causante de víctimas a nivel mundial.

“Vale recordar la surgencia provocada por el huracán del 9 de noviembre de 1932, elevó la altura del mar por encima de los seis metros en Santa Cruz del Sur, Camagüey, con un saldo de más de 3000 víctimas. Dicho incidente permanecía aún en la memoria de los habitantes de la ciudad”, aclara el especialista.

El joven refiere que pasadas las 11:00 de la mañana, empieza a amainar la tempestad hasta quedar una calma total, sin embargo pronto se sintieron nuevamente los fuertes vientos del suroeste. Este cambio de dirección hizo que el mar se retirara.

¿QUÉ DECÍAN LOS DIARIOS?

“El camino hacia Cárdenas fue accidentado. Teníamos que cruzar sobre enormes árboles que habían caído en la carretera. Nos abríamos camino a golpe de machete, teniendo que cruzar entre un verdadero bosque.

“Nuestro auto sufrió desperfectos, habiéndose caído una vez en la cuneta, (…) Cárdenas presentaba un aspecto muy distinto a Matanzas. Por doquiera se veía una casa destruida. Todos los árboles en el suelo”.

Así describía Reinaldo Díaz Verson, uno de los enviados especiales del Diario de La Marina, el primer encuentro con la ciudad días después del paso de la tormenta tropical.

En las páginas del periódico más antiguo de Cuba se plasmaba el panorama desolador y el trabajo efectuado por varios grupos de salvación, escombreo, vigilancia y curación, así como el establecimiento de algunos campamentos de auxilio.

Otros periodistas también informaron sobre lo acontecido por aquellos días, uno de ellos fue el corresponsal Francisco González Bacallao, quien reportó desde el hotel El Louvre, en Matanzas, tras sufrir la pérdida de su casa y casi todos sus bienes materiales.

Según González Bacallao, el monto de los daños causados en Cárdenas ascendió a casi 10 millones de pesos, ya que el barrio de La Marina, “lo que era la riqueza de Cárdenas” había desaparecido prácticamente.

“No queda un solo almacén de azúcar (…) Firmas tan solventes como la casa Arechabala, nuestra principal industria, ha perdido más de 500 mil pesos, Garriga y Co. más de 60 mil pesos. La estación San Martín de los Ferrocarriles Unidos de la Habana, orgullo de Cárdenas, está en el suelo casi totalmente.

“Ni una sola casa de Playa Larga, Las Delicias, Los Pinos, Vista Alegre y La Sierrita, ha quedado en pie. Familias enteras están en la miseria. No solo el elemento pobre sufre este desastre, sino que también el elemento de mediana posición ha quedado sin recursos”, reseñaba la edición del 4 de septiembre de 1933.

El rostro de Cárdenas aún habla del impacto de una de las tragedias más grandes de su historia. El Ciclón del 33 no fue ni el primero ni el último, luego le siguieron otros eventos meteorológicos, pero queda en la memoria el de esa época por la deficiente y atrasada información emitida por los observatorios, además de escasez y las penurias asociadas al manejo político.

Hoy en día con la reducción del riesgo de desastre, Cuba muestra una mayor capacidad de respuesta ante el reto de los ciclones tropicales. La estrategia trazada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz nació después de los azotes del huracán Flora en la región oriental del país en octubre de 1963.

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Parque Colón.

 

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