Bahía de Guanima: Una joya del tesoro matancero

POR ARNALDO JIMÉNEZ DE LA CAL (DR. EN CIENCIAS HISTÓRICAS Y PROFESOR ADJUNTO DE LA UNIVERSIDAD DE MATANZAS)

bahíadeMatanzas

Matanzas posee en las cercanías de la ciudad un grupo de joyas naturales que la hacen única entre las urbes cubanas. Una de ellas, es la bahía, en la cual se unen historia y belleza, y donde la urbanización ha crecido abrazada a su entorno. Los aborígenes la llamaron Guanima, pero en 1510 un sangriento acontecimiento obligó a cambiarle el nombre por el de Matanzas, y trascendiendo a otros espacios.

En 1509, en el bojeo realizado por Sebastián de Ocampo se topó con ella y es el primer europeo que la contempló, aunque no penetró en sus aguas. Un año después llegó a la espaciosa, bella y útil rada, al parecer en septiembre, un grupo de castellanos procedentes de Uraba en la actual Colombia, y zozobraron en Guaniguanico (Pinar del
Río); avanzaron por tierra con rumbo al oriente de Cuba para hallar a sus congéneres. Al llegar a Guanima se encontraron con los habitantes del mítico poblado de Yucayo, dirigidos por Guayucayex. No es posible conocer con exactitud lo ocurrido, pero por alguna razón el cacique les ofreció la posibilidad de cruzar la bahía en sus frágiles canoas, a lo cual accedieron los náufragos y al estar en lo profundo, los remeros indígenas volcaron los esquifes y murieron los invasores, salvándose solamente un hombre y dos mujeres que habían quedado en tierra.

Cuando Diego Velázquez, El Adelantado, conoció del hecho lo incluyó en su Carta de Relación al Rey de España de 1 de abril de 1514 diciéndole algunos detalles de lo acontecido.

De esta manera la bahía de Matanzas, con este nombre, entró en la Historia escrita de Cuba. Varios hechos ocurrieron después y sobre todo el hermoso espejo de agua marina se vio reflejado en los primeros mapas de Cuba, aunque otros sitios no aparecen en los portulanos, a pesar de tener mucha importancia. El nombre que recordaba aquella carnicería de españoles se impuso en la toponimia cubana y se oficializó, cuando el 8 de octubre de 1607 el Rey dividió en dos jurisdicciones la Isla y la bahía de Matanzas le fue adjudicada a La Habana y se le nombró un “rey de armas” para el caserío existente en las orillas y reprimir el contrabando libremente practicado, pues desde 1532 se reconocía a este lugar “…el mejor de la Isla para los que vienen de Nueva España…”.

II

En 1628 las aguas matanceras estuvieron de nuevo en las noticias mundiales, cuando el 8 de septiembre de ese año el Almirante holandés armado en corso, Piet Hein, realizó el último acto de una persecución que duró varios días en la costa norte de Cuba contra la Flota española de la Plata. En la bahía, ya reconocida como Matanzas, terminó la cacería y el holandés obtuvo para su país un fabuloso botín de oro, plata y otras riquezas.

El Rey de España convencido, al fin, de la necesidad de proteger este importante sitio de las apetencias de otras naciones europeas, ordenó poblar y fortificar los alrededores de la bahía, lo cual se llevó a cabo el 12 de octubre de 1693; se le dio por nombre San Carlos y San Severino de Matanzas y se erigió un castillo para defender el poblado y la propia ensenada.

La ciudad creció abrazada por el agua de dos ríos y las de la rada, este último elemento definitorio y primordial del lugar fue decisivo en el crecimiento económico que comienza un pujante desarrollo cuando en 1818 se abrió al comercio con todo el
mundo y por él entraron mercancías y esclavos y salieron azúcar, café y otros productos que colocaron a Matanzas entre las primeras ciudades de Cuba.

También llegaron ideas de liberación nacional provenientes de la Revolución Francesa, la independencia de las 13 Colonias inglesas, la Revolución de Haití y las guerras de independencia de América Latina que tuvieron fuerte influencia en la sociedad
de la época.

Cuando en 1823, en Matanzas se desarrolló la Conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar, en ella jugó un papel principal el poeta José María Heredia, quien pudo huir disfrazado de marinero en un vapor norteamericano anclado en la bahía yumurina. Suerte adversa corrió en abril de 1869, el joven revolucionario Manuel Despau, quien intentaba abandonar la ciudad en una goleta anclada en el golfo matancero. Estaba acusado de promover un alzamiento en las afueras de la ciudad.

Ya en la Guerra del 95, el 26 de febrero de 1898, desembarcó, en Caleta del Barco, en plena bahía y prácticamente bajo los cañones de la batería de Maya y de la fortaleza El Morrillo, la expedición del Dauntles, («intrépido» en inglés) al mando del capitán mambí Enrique Regueyra y fue la última organizada por medios criollos que llegó a la Isla, pues las posteriores lo hicieron bajo el manto de las armas norteamericanas.

Dos meses después, el 23 de abril, las embarcaciones de Estados Unidos, bloquean el puerto y al día siguiente cañonean las fortalezas y algunos proyectiles cayeron sobre la ciudad, acciones repetidas en días siguientes.

III

El día 12 de enero de 1899 salió por nuestro puerto el último capitán general de Cuba, el
brigadier Adolfo Jiménez Castellano con los remanentes del Ejército Español, en el vapor
alemán Rabat. Con ellos salieron los restos del colonialismo, por el mismo escenario, donde casi 400 años atrás habían sufrido el primer revés los invasores hispanos en América que llegaron por vez primera a la bahía de Guanima, hoy llamada con legítimo orgullo «Matanzas».

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